Ayer mismo, con una amiga y compañera, en una terraza divina en el centro de Madrid con un sol maravilloso, decidimos pedir algo de comer.
En un folleto de metacrilato en la mesa aparecen dos menús: uno de 14,5€ con opción de elegir dos entrantes, un principal, bebida y postre. El otro por 10,5€ donde se podía elegir también dos entrantes, un principal formato bocadillo, bebida y postre.
Existía la opción del medio menú, solo eligiendo un plato principal.
Como dos entrantes y un principal nos parecía mucho pensamos la opción de un menú más un medio menú. Así teníamos 2 entrantes y 2 principales. Pero he ahí llegó el problema.
Cuando la camarera llego, empezamos a hacer el pedido y resultó que:
1. Solo se puede elegir el plato principal del menú de 10,5€, es decir, un bocadillo.
2. No se pueden elegir platos principales sueltos, solo dentro del menú de 14,5€.
3. Tampoco se puede elegir solo un entrante en ningún caso.
No entendíamos nada, la oferta era complicada de entender y absurda desde una lógica normal. Como además nos puede el espíritu de diseñadoras no podíamos dejar de pensar en las mejoras que esta oferta nos ofrecía desde otro punto de vista.
La camarera nos dijo que efectivamente no tenía sentido, pero que era como lo habían decidido los jefes (claramente desde el punto de vista cliente).
Al final. ¿Qué ocurrió?. Pedimos cada una una ensalada, osea un ticket más bajo.
Conclusión: no solo nos pareció un sitio poco recomendable, si no que nuestro gasto fue menor que el deseado.
¿Por qué lo tienen así diseñado? Supongo que piensan que les viene mejor desde el punto de vista de ¨procesos en la cocina o similar¨, pero con este caso de referencia, vemos claramente que no es bueno para el negocio, ni en términos de gasto del cliente, ni de recomendación.
¿Qué opinas? ¿Te ha pasado algo similar a mi experiencia?
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Autor: Sonia Etxebarria – Founder Akuyari.
